Jamás había oído hablar del Sr. Mauricio Macri, quien, hasta hace unos días era solo jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ahora, además es, como escuché en la última boda a la que fui, vicepresidente de su vida.
Esta mañana, comentaban en la radio como este ex-presidente de un club de futbol como Boca Juniors reconvertido en político, si es que para dicha reorientación laboral hace falta una reconversión, tuvo la ocurrencia de agasajar a la que ya en ese momento sería su mujer. El bienintencionado de Mauricio quiso sorprender durante la celebración a Juliana, que así se llama la jefa, interpretando el mismo, una canción de Queen provisto de un no se como de improvisado disfraz de Freddie Mercury que apoyara su imitación.
El ímpetu del recién casado en el intento de agradar a su señora fue tal, que en un momento de la actuación y al intentar coger aire, el desafortunado Mauricio se tragó el bigote postizo que aderezaba su interpretación.
Gracias a la rápida intervención del ministro de salud porteño, Jorge Lemus, que con gran acierto fue invitado a la boda, el incidente no llegó a mayores.
Tras escuchar esta curiosa historia me surgieron dos preocupaciones.
La primera y más primaria, se fundamentaba en lo ridícula que me parecería una muerte por la ingesta involuntaria de un postizo.
La segunda, y no menos importante, es la de que hubiera ocurrido si esto hubiese pasado en España. Cierto es que en Argentina se vive la música con una pasión desmedida que tiene poco que ver con España, y que al único político que me imagino imitando a Freddie Mercury ya tiene bigote, el Sr. Miguel Ángel Revilla. Pero de haberse dado un cúmulo de coincidencias unidas a la mala fortuna, el valiente imitador nacional, probablemente se habría quedado en el sitio sin que nuestra insigne ministra hubiera podido socorrerle.
Y no quiero decir con esto que la licenciatura de Sociología sea formación insuficiente para un ministro de Sanidad. Además de preocuparme la posibilidad de morir asfixiado por una pegatina con sucedáneo de cabello, me preocupe la capacidad de los que hacen las leyes para entender la materia de la que versan. Me preocupa que sean necesarios tantos consejeros y asesores para completar o suplir las carencias de nuestros ministros. Mi madre me contaba acerca del profundo respeto y admiración que se tenía antes a los ministros. Estos, eran considerados los más versados en sus materias, los más capaces.
Cierto es, que antiguamente la diferencia cultural y de estudios entre el ministro y la persona de a pie eran mayores y que favorecía la mitificación por desconocimiento. Pero también es cierto que quizás hoy nos conformamos.
Amigo invisible,
Me has dado un gran regalo! Estoy muy contento de que por fin seamos 2.
Y sobre Leyre… joer yo la tenia en buena estima cuando estaba en la secretaria de cooperacion. Escuchaba a las ONGs.
Pero es que ser ministra de sanidad y llevar una power balance… pues como que no.
http://alt1040.com/2010/10/leire-pajin-y-la-power-balance
Saludos bro.